- ¿Qué es la Ansiedad?
No es fácil establecer una definición clara de esta emoción y muchas veces se utiliza de manera equivocada, generalmente remarcando su carácter negativo, aunque hay que decir que esta afirmación es una generalización excesiva en muchos casos. Sencillamente se trata de una respuesta natural e inevitable ante la presencia o anticipación de una situación interpretada como peligrosa o potencialmente peligrosa. La ansiedad es un sofisticado sistema de supervivencia orientado al afrontamiento eficaz de los peligros que nos depara el mundo. Podemos decir que hoy estamos aquí porque la ansiedad hizo que nuestros antepasados reaccionaran más hábilmente ante los peligros y las situaciones complicadas.
Sin embargo, a veces esta ansiedad se vuelve contraproducente. Cuando se vuelve demasiado intensa y aparece en una situación no peligrosa, es cuando el papel adaptativo de la ansiedad se pierde y comienza a funcionar en nuestra contra: nos impide resolver con éxito situaciones, nos paraliza, nos origina un malestar tan intenso como innecesario, etc.
Es evidente la importancia del componente interpretativo en la eficacia de la respuesta de ansiedad. Y es que como hemos comentamos en otros bloques de esta web, no son las situaciones, por sí mismas, las que hacen que nos encontremos nerviosos o tensos, sino las interpretaciones que hacemos de ellas. Las situaciones son elementos neutros en si mismos. Al encontrarnos ante una situación determinada, realizamos una interpretación de la misma y nos sentimos y actuamos acorde con esa interpretación. Interpretar una situación como peligrosa o amenazante en algún sentido implica cierto grado de ansiedad. De ahí la importancia de abordar este componente cuando hablamos de problemas relacionados con la ansiedad.
Esas malas interpretaciones, puede hacer que esas situaciones que debemos afrontar (hablar en público, estar en un lugar muy concurrido, etc) son demasiado peligrosas, que nos pondremos muy nerviosos, que no seremos capaces de afrontarlas con éxito y que esto nos hará sentirnos muy mal. Es decir, a veces generamos, antes de que se presente la situación temida, expectativas negativas acerca de la situación, de nuestras habilidades para hacerle frente y de las consecuencias que eso tendrá para nosotros. Esto sólo sirve para hacer que nos encontremos demasiado ansiosos antes de que suceda el acontecimiento temido, con lo que afrontarlo se hará aún más complicado. Es “la pescadilla que se muerde la cola”.
Características de las personas que tienen problemas de ansiedad
- Pensamientos y creencias relacionados con la incapacidad para enfrentarse con la situación y superarla.
- Continuos pensamientos e imágenes mentales relacionados con la situación o situaciones temidas y con las conductas de evitación o escape ante ellas.
- Alteración de las Respuestas Fisiológicas y Emocionales: Taquicardia, Sensación de Ahogo, Aumento de la Presión Arterial, Temblores, Palpitaciones, Sudoración, Tensión muscular, etc.
- Sentimientos de aprensión, miedo, preocupación, nerviosismo o vergüenza.
- Conductas de evitación o escape ante la situación temida.
Ataques de Ansiedad (Crisis de Angustia)
Este, es uno de los problemas de ansiedad más frecuentes en la población. Se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo pavoroso o terror, acompañados habitualmente de sensación de muerte inminente. Durante estas crisis también aparecen síntomas como falta de aliento, palpitaciones, opresión o malestar torácico, sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a «volverse loco» o perder el control. La característica principal de una crisis de angustia es la aparición aislada y temporal de miedo o malestar de carácter intenso, que se acompaña de unas series de síntomas como: palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores o sacudidas, sensación de ahogo o falta de aliento, sensación de atragantarse, opresión o malestar torácico, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad, mareo o desmayo, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo), miedo a perder el control o volverse loco, miedo a morir, parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo), escalofríos o sofocaciones. La crisis se inicia de forma brusca y alcanza su máxima expresión con rapidez (habitualmente en 10 minutos o menos).
La frecuencia y gravedad de las crisis de angustia varían ampliamente. Por ejemplo, algunas personas presentan con una periodicidad moderada (p. ej., una vez a la semana), pero regular desde unos meses antes hasta el momento actual. Otras personas, describen breves crisis más frecuentes (p. ej., cada día durante 1 semana), separadas por semanas o meses sin padecer una sola crisis de angustia, o bien presentándolas con una frecuencia considerablemente menor (p. ej., dos cada mes) durante un período de varios años.
Algunas personas con crisis de angustia, se preocupan de una manera característica en relación con las implicaciones o consecuencias que aquéllas pueden tener en su vida. Algunas temen que las crisis de angustia anuncien la aparición de una enfermedad no diagnosticada que puede poner en peligro su vida (por ej., enfermedad coronaria, etc.), a pesar de controles médicos repetidos que descarten esta posibilidad. Otras sin embargo, creen que las crisis de angustia indican que se están «volviendo locos», están perdiendo el control o ponen en evidencia su debilidad emocional. En algunos casos, las personas con crisis de angustia, experimentan un cambio comportamental significativo (p. ej., abandonan su puesto de trabajo).
Estudios epidemiológicos elaborados en todo el mundo, indican de forma consistente que la prevalencia del trastorno de angustia (con o sin agorafobia) se sitúa entre el 1,5 y el 3,5 %. La edad de inicio varía considerablemente, si bien lo más típico es que el inicio tenga lugar entre el final de la adolescencia y la mitad de la cuarta década de la vida. La tendencia en este trastorno es la cronificación del mismo en caso de no intervención psicológica.
Agorafobia
La agorafobia suele aparecer en el contexto del trastorno de angustia con agorafobia. La característica esencial de la agorafobia es la aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia o síntomas similares a la angustia, puede no disponerse de ayuda. Esta ansiedad suele conducir de forma típica a comportamientos permanentes de evitación de múltiples situaciones, entre los que cabe citar el estar solo dentro o fuera de casa; mezclarse con la gente; viajar en automóvil, autobús, o avión; o encontrarse en un puente o en un ascensor, encontrarse en un gran almacén, etc. Además, el comportamiento de evitación de estas situaciones puede conducir a un deterioro de la capacidad para efectuar viajes de trabajo o para llevar a cabo las responsabilidades domésticas (p. ej., ir al supermercado, llevar los niños al médico).
Es importante señalar, que existe una tendencia a la generalización de los estímulos en el caso de este problema, es decir, la persona inicia el trastorno con miedo intenso a un estímulo (por ejemplo un autobús) y con el tiempo se van incrementando los estímulos ansiógenos (miedo a grandes superficies concurridas, hacer colas, etc) en caso de no haber intervención profesional.
Ansiedad Generalizada
La característica esencial del trastorno de ansiedad generalizada es la ansiedad y la preocupación excesivas (expectación aprensiva) que se observan durante un período superior a 6 meses y que se centran en una amplia gama de acontecimientos y situaciones de la vida de la persona. El individuo tiene dificultades para controlar este estado de constante preocupación. La ansiedad y la preocupación se acompañan de al menos otros tres síntomas de los siguientes: inquietud, fatiga precoz, dificultades para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y trastornos del sueño.
A estas personas, les resulta difícil olvidar estas preocupaciones para poder dedicar la atención necesaria a las tareas que están realizando, y todavía les cuesta más eliminar aquéllas completamente. Los adultos con trastorno de ansiedad generalizada acostumbran a preocuparse por las circunstancias normales de la vida diaria, como son las posibles responsabilidades laborales, temas económicos, la salud de su familia, los pequeños fracasos de sus hijos y los problemas de carácter menor (las faenas domésticas, la reparación del automóvil o el llegar tarde a las reuniones).
En muestras de población general la prevalencia anual del trastorno de ansiedad generalizada se sitúa en el 3 % aproximadamente, mientras que la prevalencia global llega hasta el 5 %.
Muchos individuos con trastorno de ansiedad generalizada se consideran ansiosos o nerviosos de toda la vida. Más de la mitad de los que acuden a la consulta manifiestan que el trastorno de ansiedad generalizada empezó en la segunda infancia o la adolescencia, no es raro que el trastorno se inicie a partir de los 20 años de edad. El curso es de carácter crónico si no existe intervención profesional, aunque fluctuante, con frecuentes agravamientos coincidiendo con períodos de estrés.
Este problema muestra una evidente incidencia familiar. Se han descrito hallazgos que muestran un patrón familiar para el trastorno de ansiedad generalizada, es un problema que se suele aprender de las figuras familiares de referencia.