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Estres

Es cada vez más frecuente en nuestro entorno oír expresiones como “estoy estresado” o “me encuentro sometido a un gran estrés”. De hecho, se puede decir que el estrés es uno de los problemas psicológicos más frecuente en las sociedades modernas. Por ello no cesan de surgir pretendidos remedios contra o antiestrés, cremas, paquetes vacacionales ideados especialmente para liberarnos de él, etc. Aunque no hay que olvidar que en la mayoría de los casos, la base real de problema es un problema de conducta o un determinada forma de tomarnos la vida.

Existen numerosas definiciones del estrés, pero, de una manera muy general, la respuesta de estrés es una reac­ción inmediata e intensa, que implica la movilización general de los recursos del organismo, y que se produce ante situaciones que suponen importantes demandas para el individuo, ya sea porque implican una pérdida (por ejemplo, la muerte de un ser querido o una ruptura sentimental), o bien por tratarse de una amenaza (ya sea de un atracador, o la amenaza de un clien­te de cancelar su cuenta o de nuestro jefe de despedirnos), o de un reto (como la posibilidad de ganar una competición deportiva o aprobar una oposición).

Esta reacción general incluye respuestas fisiológicas (el corazón se acelera, aparece sudor frío en las manos, los músculos se tensan…), cognitivas (incremento de la atención a los estímulos presentes en la situación, mayor rapidez de pensamiento…) y motoras (básicamente, huir del peligro o luchar con­tra él), todas las cuales deben servir para facilitar un mejor procedimiento de la situación o estímulos implicados y una respuesta más efectiva para afrontarla o manejarla. En definitiva, la respuesta de estrés prepara al organismo para actuar ante las amenazas y retos de diversa índole que aparecen en su entorno, y que constituirían los estímulos estresores.

¿Por qué nos Estresamos?

Lázarus y Folkman (1986) plantean una teoría universalmente aceptada del por qué una persona llega a deprimirse. De forma muy resumida, estos autores plantean que cuando el número de Recursos de los que disponemos (personales, materiales, económicos, etc) para afrontar una situación, es menor que el número de demandas que genera la propia situación, nos estresamos (siempre y cuando hayamos interpretado previamente esa situación como importante para nosotros/as).

Áreas de Intervención

Son varias las áreas de Intervención para modificar la respuesta de estrés, en el plano psicológico, aunque fundamentalmente hablaríamos de la modificación tanto de aquellas creencias que generan el propio problemas (Autoexigencias/Perfeccionismo, etc) como del plano conductual (técnicas de Distribución del tiempo, Asertividad, Planificación del Tiempo Libre, etc) así como estrategias de relajación, cuando hablamos en el plano fisiológico/emocional.

Ansiedad Social

La característica esencial de este problema psicológico, es el miedo persistente y acusado a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a hacer el ridículo o que resulten embarazosas. La exposición a estos estímulos produce casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad. Dicha respuesta puede tomar la forma de una crisis de angustia (ataque de ansiedad) situacional o más o menos relacionada con una situación determinada. Aunque la persona que padece ansiedad social, reconoce que este temor resulta excesivo o irracional. En la mayoría de las ocasiones las situaciones sociales o actuaciones en público acaban convirtiéndose en motivo de evitación, si bien otras veces la persona puede soportarlas aunque experimentando mucho miedo/ansiedad.

Cuando la persona con ansiedad social se encuentra en las situaciones sociales o en las actuaciones en público temidas, experimenta una preocupación constante por la posibilidad de que resulten embarazosas y teme que los demás le vean como a un individuo ansioso, débil, «loco» o estúpido. Además, pueden tener miedo de hablar en público porque creen que los demás se darán cuenta de que su voz o sus manos están temblando, o porque piensan que en cualquier momento les puede invadir una extrema ansiedad al mantener una conversación por temor a no poder articular correctamente las palabras. Puede también, que eviten comer, beber o escribir en público por miedo a sentirse en apuros cuando los demás comprueben cómo les tiemblan las manos.

Los estudios epidemiológicos han puesto de relieve una prevalencia global para este problema que oscila entre el 3 y el 13 %.

La ansiedad social, suele aparecer típicamente a mediados de la edad adulta, a veces con el antecedente infantil de timidez o inhibición social. Algunos individuos sitúan el inicio del cuadro al principio de la segunda infancia. La aparición del trastorno puede seguir bruscamente a una experiencia estresante o humillante, o bien puede hacerlo de forma lenta e insidiosa. El curso de la ansiedad social acostumbra a ser crónico o continuo en caso de no haber una intervención profesional.

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